POSTALES: BARCELONA

 06 de agosto de 2019


La Plaça Real está bordeada de cafés donde se permite fumar. El calor es húmedo, hace casi 30 grados y ninguna ropa es suficientemente fresca. Barcelona recibe en este calor hordas de turistas acalorados que hacen cola en todos lados y se sacan fotos entre la multitud más de lo que se detienen a estar presentes. Los españoles, por su parte, van sin vueltas. Hablan rápido y no se detienen en ademanes de cortesía pero son francos y hospitalarios con un desenfado que es parte de su encanto.


Mi postal de Barcelona:
vista de la Plaza Real.


Pregunto y la iglesia cierra de 2 a 5… hasta Dios se toma descanso en este calor. Yo me tomo un café con hielo mientras escribo y algún otro día un trago en una terraza. 


Esta ciudad es como un sueño surrealista. Las calles del centro, un tanto laberínticas, desembocan en monumentos, obras de arte, edificios curiosos salidos de la mente de Gaudí. La recorrí a pie, me llevó Jonathan por todas partes, kilómetros bajo el sol aún si ya ha recorrido esta ciudad muchas veces antes, mi amigo lindo. Gracias a él ha sido más fácil ir a todos lados. Barcelona me gustó aún más: me quedé en casa de Carlita, la ví a Ro, comí tapas, me divirtió el acento, estuve en Catalunya por primera vez.


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